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Cómo está afectando a la industria la crisis de los semiconductores

La crisis de los semiconductores, que estalló el pasado año y se agravó por la pandemia, continúa afectando a miles de industrias alrededor del mundo. La escasez de estos componentes está provocando una ralentización de la producción en sectores tan importantes como el de la automoción o el de la electrónica, que están sufriendo pérdidas millonarias. En EGASEN te contamos las últimas novedades sobre el tema.

El origen de la crisis de los semiconductores

Para entender por qué en la actualidad se está atravesando este momento de crisis en la industria, provocado por las carencias a nivel mundial de semiconductores (materiales que se utilizan para fabricar todo tipo de chips) tenemos que remontarnos al año pasado.

En 2020, cuando los gobiernos empezaron a tomar medidas para afrontar la pandemia del coronavirus, la electrónica de consumo experimentó un boom (debido a los confinamientos y al teletrabajo) y la demanda de semiconductores se disparó. Al mismo tiempo, las grandes automovilísticas cancelaron sus pedidos ante la incertidumbre del momento, así que los productores de estos componentes se dedicaron casi por completo a cubrir las necesidades de los fabricantes de PCs, televisores, móviles... Cuando las industrias del automóvil se recuperaron antes de lo previsto y quisieron reactivar sus pedidos, se encontraron con que los productores de chips no podían atender esa demanda (ni tampoco la de la industria electrónica), provocando desabastecimientos y retrasos en la producción de muchas fábricas.

Situación actual y previsiones de futuro

Estas circunstancias, sumadas a los problemas que ya arrastraba la cadena de producción de semiconductores (provocados sobre todo por su estructura concentrada y poco flexible), han llevado a que la oferta de estos componentes sea muy inferior a la demanda. En consecuencia, muchas industrias, sobre todo automovilísticas, han experimentado pérdidas millonarias desde el año pasado y considerables retrasos en la producción, lo que también implica un encarecimiento de los precios para el consumidor final.

Por desgracia, las previsiones sobre cuándo se resolverá esta crisis no son nada optimistas: se estima que los problemas continuarán como mínimo hasta la segunda mitad del 2022.